Pasa otro año y no quería perder la oportunidad de dejar unos cuantos pensamientos en este pequeño rincón de la red al que tanto cariño tengo. Un año de cambios, para mí, en lo personal y profesional, pero también en lo lúdico. Y es que el cambio es inevitable. O avanzas o retrocedes, nada permanece igual indefinidamente.
Y son muchos los cambios que hemos podido observar dentro de la pequeña mal llamada comunidad rolera que componemos. Gente que llega, gente que va. Canales, blogs, cuentas que surgen y otras que desaparecen ¡menudo vaivén! Y sin embargo todo parece estático, igual, como ese viejo cálido y confortable lugar al que vuelves cada cierto tiempo y lo sientes como el hogar. Ya lo dice es viejo adagio francés «Plus ça change, plus c'est la même chose» (Cuanto más cambian las cosas, más siguen igual).
Son muchos años de mi vida los que he dedicado a este noble hobby, aun con notables lagunas entre medias, y puedo afirmar sin riesgo a equivocarme que he visto de todo. Por lo que poco lugar para el asombro me queda. Señalo bien el «poco lugar» para no ser tan absoluto, que uno nunca puede renegar de las sorpresas que se dan. Más en estos tiempos que vivimos.
Retomando el hilo del cambio, también lo podemos aplicar a los juegos y, no solo, a los juegos, también a los estilos de juego. Y sobre todo, a los nuevos jugadores. Y a la resistencia de los veteranos. Es algo común en todas las facetas de la vida la eterna confrontación entre jóvenes y mayores. Algo que ya podemos observar en esta frase atribuida a Platón, allá por el siglo IV antes de Cristo: «¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan al respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres. Desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?».
Y ¿a qué viene todo esto? Os preguntaréis. Que cierto es que me voy por las ramas y no acabo de centrarme en lo que os quería contar. Hace poco tuve la oportunidad de ver un vídeo de mi tocayo del canal Mundo de Papel y Dados, un canal muy recomendable si se me permite decir. En el mismo indicaba que ya no reconocía Dungeons & Dragons en su nueva edición, la de 2024. Y no es el único, son muchas las opiniones similares con las que me he ido encontrando en los últimos tiempos a lo largo y ancho de redes, canales, etc. Es más, puedo sumar mi propio parecer a la lista. No, D&D, ya no te reconozco. Y ¿sabéis qué? No es algo malo.
Sintiéndolo mucho, los jugadores veteranos no somos el público objetivo al que las editoriales han de apuntar. Son nuevos tiempos en los que el hobby tiene que avanzar, cambiar. Es ese cambio el que permitirá su supervivencia. Por mucho que pueda dolerme en mi corazoncito con forma de d20 las nuevas publicaciones han buscar nuevas tierras que cosechar. Es cierto que la gente que llevamos más tiempo en el hobby ahora disponemos de mayores recursos para adquirir productos, léase manuales, dados, accesorios. Pero también tenemos menos tiempo. Las obligaciones de la Vida Real ™ se impone. Necesidades sobre deseos. Cada vez más viejos roleros vamos reduciendo la parcela dedicada al ocio y al entretenimiento frente a otros menesteres más apremiantes. Ser adulto lo llaman. Una mierda.
Y en el ínterin nuevos aficionados toman el relevo revigorizando el hábitat con nuevas formas de juego, con otra visión. Innovando, creando, cambiando. ¿Véis como al final todo estaba unido? El cambio es necesario, pues si no hay cambio hay desaparición. Y lo digo como alguien a quien no le gusta nada el camino que gran parte del hobby ha ido tomando. Que reniego de juegos indies, herramientas de seguridad y otras chuflas. Y por encima de todo, de la nueva edición de Dungeons & Dragons. Cruzadita la tengo.
En los últimos tiempos hemos tenido la desgracia de perder a una de las voces más referentes de mi generación como ha sido Robe de Extremoduro. Grupo icónico del rock español. Canciones como «stand by», «so payaso» o «Jesucristo García» son himnos atemporales que hemos podido cantar a pleno pulmón hasta la saciedad. Pues comentándolo en el trabajo con compañeros más jóvenes, muchos nacidos ya en el nuevo milenio (¡que ya son mayores de edad, hermano, me dan temblores!) te das cuenta de la enorme brecha generacional, pues ni siquiera lo conocían ¡Penitenciagite! Y aunque es algo inevitable, no deja de sorprenderme.
Mas si se da en la música, cómo no se va a dar en el rol.
Y es cierto que ese cambio, esa necesidad de mover la flecha que indica la dirección a seguir encuentra resistencia por parte de muchos, como no podía ser de otra forma. Pero así debe ser. Nosotros los viejos roleros ya hemos tenido nuestro tiempo. Hemos ido acumulando cantidades ingentes de libros que esperan ser jugados, muchas veces siquiera leídos. Hace poco que revisaba mi colección y me daba cuenta de que, si hoy dejase de adquirir rol, podría jugar el resto de mi vida con todo lo que ya tengo. Probablemente podría seguir jugando incluso algunas vidas más. Como viejos dragones nos hemos ganado el derecho a yacer sobre nuestras pilas de oro/papel reposando nuestras horondas panzas, y ¡que algún joven descarado se atreva a acercarse a nuestro preciado tesoro!
No, ya no somos el objetivo de las editoriales, ni de los autores. Y así debe ser.
Pero eso no significa que nos vayamos a ir. Como mencionaba al principio, el rol forma parte de nuestras vidas. Lo hemos consumido en tales cantidades que nuestro organismo ha creado una dependencia cuasi simbiótica. Formamos parte de este mundillo. En muchos casos ayudamos a crearlo, por lo que nadie se crea con la licencia de poder echarnos. Pero cada época requiere de saber cuál es tu lugar. Y aunque, como digo, no seamos el público objetivo de muchas de las nuevas publicaciones, nos hemos ganado el derecho a quejarnos, a señalar y seguir jugando cómo y con lo que queramos sin tener que sufrir escarnio o desdén.
Es por ello que si demandamos respeto por parte de algunos (no todos) de los recién llegados, no deberíamos mostrarlo también nosotros aceptando lo que ya no nos concierne. Liderar con el ejemplo que decía aquella película de naves espaciales en una galaxia muy, muy lejana.
Pero no me lo toméis en cuenta, se acercan las navidades y suelo ponerme tontorrón y sentimental en estas fechas y no sé lo que digo.
Cuídense mucho y sigan jugando.

